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¿Has notado que se habla mucho del autismo en infantes, pero casi nada sobre cómo afecta a las mujeres? No estás sola. Durante años, el diagnóstico y la comprensión del autismo en mujeres ha sido un gran ausente en las conversaciones, investigaciones y hasta en los medios. Y lo peor es que muchas mujeres han crecido sintiéndose diferentes, sin saber por qué.

En este artículo vamos a romper el silencio. Vamos a hablar claro y directo sobre qué es el autismo, cómo se manifiesta específicamente en mujeres y por qué muchas veces se diagnostica tarde o incluso nunca. Si eres mujer y alguna vez has sentido que “no encajas”, este contenido puede ayudarte a entenderte (o a comprender mejor a otras).

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¿Qué es el autismo?

El autismo, o Trastorno del Espectro Autista (TEA), es una condición del neurodesarrollo que afecta la forma en que una persona se comunica, interactúa socialmente y percibe el mundo. Se llama “espectro” porque cada persona lo experimenta de manera única: hay quienes necesitan apoyo constante y otras que pueden llevar una vida completamente independiente.

Aunque tradicionalmente se ha asociado más a niños (sobre todo varones), hoy sabemos que esto es una visión incompleta. Las niñas y mujeres también pueden tener autismo, pero sus síntomas suelen presentarse de manera más sutil o enmascarada. Esto no significa que lo experimenten menos, sino que muchas veces lo disimulan mejor… y eso tiene consecuencias.

¿Cuáles son los síntomas del autismo en mujeres?

Las mujeres con autismo pueden mostrar señales muy diferentes a las de los hombres. Suelen ser más sociales en apariencia, imitadora de comportamientos y emocionalmente empáticas, lo que complica su diagnóstico. Muchas desarrollan mecanismos de “camuflaje” que les permite pasar desapercibidas, aunque por dentro vivan con altos niveles de ansiedad y agotamiento.

Algunos de los síntomas comunes del autismo en mujeres incluyen:

  • Dificultades en mantener relaciones sociales profundas, aunque parezcan sociables en la superficie.
  • Hipersensibilidad a ruidos, luces o texturas.
  • Intereses intensos, a veces centrados en temas “socialmente aceptados”, como libros, animales o cultura pop.
  • Necesidad de rutinas y dificultad para adaptarse a cambios imprevistos.
  • Problemas para interpretar el lenguaje no verbal o los dobles sentidos.
  • Tensión social constante: necesitan descansar después de interactuar con otros.
  • Ansiedad social, especialmente en grupos grandes o situaciones nuevas.
  • Tendencia a imitar a otras personas para encajar, lo que puede llevar a una pérdida de identidad.

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¿Por qué se diagnostica menos el autismo en las mujeres?

La principal razón por la que el autismo en mujeres se diagnostica menos no tiene que ver con su ausencia, sino con el desconocimiento y los sesgos de género. Los estudios sobre autismo se han basado históricamente en muestras masculinas, por lo que muchos criterios de diagnóstico están orientados a los síntomas que presentan los hombres.

Además, las mujeres tienen una gran capacidad de adaptación social, lo que hace que muchas pasen años, incluso décadas, sin un diagnóstico claro. Esto puede derivar en diagnósticos erróneos como trastornos de ansiedad, depresión o trastornos alimenticios.

Algunas razones clave por las que el diagnóstico en mujeres se retrasa o no llega son:

Camuflaje social

Muchas mujeres autistas aprenden desde pequeñas a observar, copiar y repetir comportamientos que socialmente se consideran “normales”. Pueden forzar sonrisas, mantener contacto visual aunque no les resulte natural, e imitar patrones de conversación. Este “esfuerzo de adaptación” puede parecer una habilidad, pero en realidad les exige un enorme desgaste emocional. Al lograr encajar (al menos en apariencia), sus dificultades reales pasan desapercibidas incluso para profesionales de la salud mental.

Sesgo diagnóstico

La mayoría de los criterios diagnósticos actuales del Trastorno del Espectro Autista están basados en estudios realizados mayoritariamente en varones. Esto genera una “imagen prototipo” del autismo que no refleja cómo se presenta en mujeres. Cuando una mujer acude a consulta, sus síntomas pueden ser considerados “atípicos” o “no suficientes” para recibir un diagnóstico formal, aunque cumpla con los criterios desde una perspectiva más completa.

Expectativas sociales de género

Desde niñas, se espera que las mujeres sean sociables, empáticas, cuidadoras y comunicativas. Si una niña es callada, introvertida o tiene dificultades sociales, es común que se atribuya a timidez o a una etapa del desarrollo. En lugar de profundizar en sus comportamientos, muchas veces se minimizan, lo que retrasa o impide el diagnóstico.

Intereses aceptados socialmente

Unos de los criterios del autismo es tener intereses intensos y a veces “peculiares”. Sin embargo, si una niña o mujer se obsesiona con temas como animales, libros, moda, celebridades o cultura pop, es más probable que esos intereses se normalicen, ya que encajan dentro de los “esperado” para su género. Esto contrasta con los intereses intensos de muchos varones autistas (por ejemplo, trenes o tecnología), que suelen destacarse como inusuales y levantar más alertas.

Comorbilidades psicológicas

Muchas mujeres con autismo son diagnosticadas previamente (o exclusivamente) con otros trastornos como ansiedad, depresión, trastornos alimenticios, TDAH o incluso trastornos de personalidad. Estos diagnósticos pueden ser ciertos, pero a menudo son solo la punta del iceberg. No se explora que la raíz de esos síntomas podría ser el autismo, y por eso se trata solo la superficie, sin llegar al fondo del asunto.